viernes, 17 de enero de 2014

SUCINTO...

"Ciego antes que sordo; negro antes que gitano; Semana Santa antes que Feria; cualquier cosa antes que protestante".#Silvio

martes, 14 de enero de 2014

Y A LA VUELTA DE LA ESQUINA...

Se dice se comenta y se rumorea que hoy ha llovido. Yo la verdad es que cuando me he despertado he visto un solano por la ventana de muy señor mío, de esos que te están diciendo de ir a coger sitio en el Salvador para tomarte una cervecita y unos chicharrones, pero luego piensas y te dices a ti mismo "Selu, párate churra, que hoy es lunes". Y es que aunque parezca que no, en el ambiente se empieza a notar que se está acercando lo bueno, que algo va pasando, que el de los inciensos de Sierpes cada día que pasa vende más "material"; y es que ya vamos a estar en Cuaresma, y eso se vive y se siente aquí de otra manera.

Porque sí, porque vivimos por y para ello, sea la época que sea del año, y más aún teniéndolo tan cerquita. Llamadme/nos jartible/s, pero es que esa emoción de ver que se acerca cada vez más la fecha es impagable. Algunos dirán que para qué, que luego siempre llueve; y si que es verdad que últimamente no es sólo El Cachorro quien no sale, que están siendo casi todas, porque llevamos unos añitos que vaya pechá de agua nos está cayendo, pero nos da igual, nadie nos quitará esa ilusión y esa Pasión año tras año.

Y aunque parezca que no, va oliendo a azahar e incienso y se van oyendo poco a poco, cada vez más fuerte, sones de cornetas y tambores. Yo por mi iba poniendo ya la rampla del Salvador para que no nos cogiese el toro.

domingo, 12 de enero de 2014

LA DECISIÓN FINAL

Llevaba todo la noche mirando el botellín al que sólo le había dado un par de tragos. El dueño del bar limpiaba un vaso de tubo mientras lo miraba fijamente apesadumbrado, con lástima en sus ojos debido a lo que veía, noche sí, noche también. Si hubiera sido otro el que hubiera estado en esa situación, ya lo habría echado del local a patadas reprochándole que él también tenía derecho a a irse a casa a descansar; pero no, no podía hacer lo mismo con aquel tipo al que conocía desde hacía tanto.

Seguía sentado en la barra mirando el botellín que agarraba con la mano derecha mientras la izquierda le sujetaba la cara. Hizo un leve movimiento de cabeza, como medio incorporándose. Le quitó la eqtiqueta a la cerveza, la puso encima de la barra, le dio un pqueño buche al botelléin y volvió a adoptar la misma postura que antes.

De repente, se levantó del taburete y alzando la voz dijo"¡decidido, lo voy a hacer!". Al dueño se le iluminó la cara y fue a preguntarle -Después de tantas noches aquí sentado ¿ya te has decidido? -Sí -contestó -Pero, ¿a qué? si puede saberse -Pues por fin lo tengo claro, ¡VOY A COMPRARME UNA TORTUGA! 

Le partió el vaso que llevaba en la mano en la cabeza; apagó las luces, cerró el bar y se fue a dormir.

NO ES AQUÍ DONDE APARQUÉ MI COCHE

Pues allí estaba yo, en algo parecido a una calle por donde circulaban carros, carretas, caballeros en sus monturas y gente que había descuido en demasía su higiene. El suelo, bueno el suelo, no había nada, era todo una mezcla infame de fango y heces que se me pegaba en la suelas de las "Good Year".
Parecía ser día de mercado, el trasiego de gente era abundante y con las pintas que yo llevaba era mejor quitarse de en medio para no armar revuelo. La gente no paraba de mirarme, no era para menos, mientras intentaba buscar un lugar apartado en el que poder pensar. Me tapé la cara hasta la nariz con la sudadera pensando que así pasaría más desapercibido, fue inútil; Ya no sólo me miraban sino que también se apartaban de mi vera alarmados, me temían, pero lo que no sabían es que yo les temía más a ellos porque no sabía si iban a reaccionar de manera "violenta". Nervioso, empecé a correr sin saber adonde, lo único que pretendía era estar a solas con mis pensamientos. Mientras corría la gente de mi alrededor salía despavorida gritando, aterrorizada, buscando refugio.

De repente, oí sonido de caballos al galope y supe que venían a por mí, ni siquiera miré atrás, aceleré la carrera todo lo que ese suelo lleno de mierda y mis pulmones me permitían. Atravesé las puertas de un pequeño muro buscando un escondite donde ocultarme. Lo encontré detrás un puesto de hortalizas que estaba vacío en ese momento. Pude ver llegar a los jinetes a la puerta del muro; eran seis. Bajaron de sus caballos y desenvainaron sus espadas dirección hacia donde me encontraba.

Tenía que salir de ahí o me atraparían como a un vulgar conejo. Silencioso y con mucho cuidado fui pasando detrás de los puestos en los cuales no había nadie, debieron asustarse de algo, o alguien y los abandonaron. Los jinetes debían ser los guardias de alguien, iban todos uniformados de la misma manera, se dedicaban a registrar puesto por puesto y yo procuraba ir en dirección opuesta para salir por la misma puerta por la que había entrado. Estaba a unos pocos pasos cuando de repente una mano se posó en mi hombro derecho a  la voz de "¡Alto en nombre del Rey!" Me giré y vi a otro grupo de guardias con sus espadas desenvainadas mirándome directamente a los ojos. Aquello no pintaba bien.
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